Cada obra surge de una emoción: el calor de una tarde en Motril, la nostalgia de una calle del Albaicín, la brisa de la Alhambra al atardecer. Mis acuarelas son una manera de contar sin palabras, de dejar constancia de todo aquello que merece ser mirado con calma.

Paisajes Pintados, Emociones Capturadas

Mis acuarelas están habitadas por personas aunque no las veas. Por quienes vivieron allí, por quienes pasan y miran, por quienes recuerdan. Pinto balcones, plazas, calles… pero lo que intento capturar es la vida que late dentro. No me interesa la postal, sino la emoción. Por eso cada obra es, en cierto modo, una conversación abierta.

Granada es más que una ciudad: es una paleta de luces, sombras y silencios que trato de capturar en cada pincelada.

Desde los balcones de Motril hasta los rincones secretos del Albaicín, mis acuarelas hablan de memoria, de raíces y de paisaje.

Pintar es, para mí, una forma de escuchar al lugar. Cada trazo es un intento de entenderlo y compartirlo.